Ya pasaron casi 28 años desde que
pateo estos mundos tan diferentes pero tan similares. Me dio tiempo a ver
muchas cosas, pero se que me quedan por ver muchas más, o al menos espero
verlas y que nada trágico se cruce en mi camino. Como soy un poco raro pero a
la vez tan típico, me dio tiempo de aprender de todo. Y aprendí rápido. Aprendí
rápido porque supe enseguida que no siempre estaba en lo cierto, que las cosas
eran relativas y que, a pesar de mi relativismo repentino, hasta lo relativo es
relativo…if you know what I mean…pero todo esto, a la vez, sumado a que soy tan “cabezón” por fuera,
como “profundo” por dentro. Los diálogos me llegan, y aunque esté totalmente en
desacuerdo con alguien en el momento de una cálida discusión, no significa que
no me vaya a dormir con la idea de una nueva interrogante en mi cabeza.
A todo esto descubrí, no como
algo notorio o destacable, sino como algo insatisfactorio y a veces deprimente,
que en la vida “rosa” que nos gusta vivir, hay que adoptar una actitud radical
en un momento determinado, si queremos destacar. Para sobresalir no valen las
medias aguas… una historia cotidiana en el thriller del lunes por la noche solo
le llama la atención a aquellos que destacan… y resulta que ellos son el público
reducido. Y no digo que esté mal, es lo lógico como especie humana, el
inconformismo, lo cotidiano nos aburre, incluso al radical le aburre su
radicalismo, porque para él, es cotidiano.
El problema está cuando
analizamos esa tendencia, en este ejemplo cinematográfica, en la vida real. Los
polos siempre estarán lejanos, y es más difícil adoptar una postura mediadora
entre dos opuestos, mientras que el medio, está flexible, sino al cambio, a la
empatía.
El gran problema está en la
generalización del punto medio como la apatía y no como la empatía, debido a
que la gran mayoría siente en primera instancia apatía, seguida del radicalismo
y con suerte si en algún momento se cruza con alguna oposición de confianza, la
empatía.
El problema es que la empatía
llega a lo último del proceso y que te vuelve al punto medio, donde la apatía
también esta rondando con destellos egocéntricos, pero te vuelve con una visión
un poco más justa de la realidad.
El problema es que te vuelve a
ese punto invisible, donde los No radicales pasan desapercibidos.
El problema es que no quiero
pasar desapercibido aunque el punto medio en el que me encuentro no me deje
muchas alternativas.
El problema es que no quiero ser
otro punto más en la línea de la historia.
Entonces me pregunto…¿Cómo puedo
hacer para romper con la cotidianeidad sin radicalismo?
Y me sigo preguntando…
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