miércoles, 28 de mayo de 2014

Nada más que diez años...



Solo ese tiempo hizo falta para que los caminos decidieran bifurcarse como deltas de río desesperados por llegar al Océano.
Solo ese tiempo es el único que realmente sabe el estado en que quedaron nuestros corazones, aprendiendo a lo torpe los golpes de la vida.
Parece que fuera ayer cuando, gracias a mis viejos, la mayor preocupación que tenía era el equipo de hockey donde quería jugar o calentarme con alguno de mis hermanos si las cosas no venían con el color que uno las quería pintadas.
Parece que fuera ayer que ayer quería que fuera hoy casi siempre de otra manera…
Y pienso algunos días que a lo mejor enaltezco unas figuras del pasado que la cotidianidad normalmente desgasta.
Pero no puedo evitar que se me piante un lagrimón literal y figurado cuando pienso que eso ya no está ni a la orden del día, ni a la orden de los meses.
Y que me achaco más que toda la culpa por la dejadez que me produce internet para hablar con los recuerdos.

Y pido perdón por querer bancarme la soledad recluido, a mi manera, esa que solo ese tiempo sabe como se creó.